domingo, 9 de octubre de 2011

Santacruceño Ausente





Hoy quisiera resumiros, -y al mismo tiempo recordar- el encuentro que tuvimos en el año 2004 los Santacruceños que vivimos desde hace tiempo fuera del pueblo.

El día fué maravilloso, lastima que se haya perdido en el tiempo, como tantas cosas suceden por desgracia en nuestro querido pueblo.

Gracias al buen hacer de dos Santacruceños, (nosotros los llamabamos los dos Ángeles) y a las nuevas técnologias, se dio a conocer en Internet la primera página de Santa Cruz de Mudela. Y gracias a estos dos buenos paisanos y amigos, hete aquí que nos pudimos reencontrar personas que desde hacia muchisimos años no teniamos ni idea donde pararian en su caminar, no solo por la piel de Toro, sino por todo el Orbe, nos reencontramos.

Fuimos redescubriendonos, y así llegó la primera “kedada” -como ahora se dice-. Este echo ocurrio allá por Marzo del 2004, fuimos solo unos cuantos, y a fé que lo pasamos bien, alrededor de buena mesa y mantel, recordando historias, añorando tiempos pasados, pero con la total y segura confianza de que no se quedaria en solo eso, un mero encuentro. Le pusimos ganas y empeño y fructificó, ese mismo año ya conseguimos reunirnos alrededor de 40 personas, que como bien decia unos de los Ángeles, “los de la Diaspora”. Y como no podia ser de otra manera, se celebró el día 8 de Septiembre de 2004.

El acto se centró en la casa de la Despensa, marco inigualable para el fin que pretendiamos. Se hicieron discursos, tanto por el Alcalde como por los que previamente habiamos quedado. No tengo por menos que decir que fueron discursos emotivos desde las dos partes, yo aporté mi granito de arena en forma de poesía, la cual me la incluyeron en el programa de fiestas de ese año, no lo digo por falsa modestia, solo aporté lo que podia y mi corazón me dictaba, eso si, no fuí capaz de leerla en público, ya que por mas que lo intenté en mi mas estricta intimidad, se me cortaba el habla haciendoseme un nudo en la garganta, así que eché mano de mi hermano mayor, que también estaba y cerró el acto recitando la poesía.

Despues de estos actos nos encaminamos a la Ermita para dar las gracias a nuestra Patrona la Virgen de las Virtudes. Con nuestros pañuelos de “hierbas” con el escudo de Santa Cruz recién impuestos por el Alcalde y el orgullo a flor de piel de ser un Santacruceño mas aunque estemos lejos del pueblo. Y como merecia la ocasión, -y previamente habiamos acordado y reservado-, nos unimos en una comida de hermandad de los que nos habiamos reunido en ese acto único, y espero que no irrepetible.

A buen seguro que más de uno al antiguo Alcalde Sr. Aranda no le traerá buenos recuerdos, pero al contrario de nosotros, fué el único que nos apoyó, y gracias a él y al esfuerzo de nuestros amigos en el pueblo, se pudo realizar un acto tan singular y jamás hecho en Santa Cruz de Mudela, en recuerdo a los que tuvieron que hacer las maletas y marchar del pueblo por motivos variados, y que bien mereceria la pena volver a intentarlo, ya que no solo se consiguió unir -mas si cabe- los lazos de unión de unos paisanos que aman a su pueblo aunque estén lejos, y siempre lo llevan por bandera allá por donde estén, sino que también se demostró que, aún viviendo lejos se pueden -y deben- apotar ídeas para mejorar no solo el bienestar del pueblo, sino para la convivencia entre paisanos, y que a buen seguro redundará en beneficio de las personas.
Os dejo a continuación mi modesta aportación que en su día hice en forma de poesía a los que tuvieron que abandonar el pueblo.

Pepe

EL ALBA DE UN SANTACRUCEÑO


Agosto amanece, cantan las cigarras,
campos de trigo, camisas sudadas.

El rudo trabajo, no alegra tu cara,
pero cuando llega el alba, de nuevo coges la azada.

Cargas tus mulos y animas el alma,
tu esposa aún dormita, tu niño descansa.

Jornalero del campo, pero con el alma clara,
que esperas que un día, te llegue tu alba.

Pero pasan los días y no se vislumbra nada,
recapacitas en tus largas horas, que no hay que hacer nada.

En una noche estrellada, triste lo cuentas, y no solo con la almohada,
lo haces con tu esposa, que calla y no dice nada.

Aunque de sus dulces ojos, se asoman unas lágrimas,
hay que dejar el pueblo, -le dices-, aquí ya no hacemos nada.

Y el día que te despides, no lo haces con la boca,
lo haces con el alma.

Adiós pueblo querido,
adiós mi dulce alba.

Cuando podré volver a verte,
quizá, cuando descanse mi alma.

Salgo de Santa Cruz triste, pero con la cabeza bien alta,
allá donde los pasos me lleven, yo te llevaré en el alma.

Y que la Virgen de las Virtudes me asista, si no he de volver a ver más…… mi alba



Dedicado a todos los Santacruceños que por diversas razones tuvieron que abandonar el pueblo, aunque callen…….. y no digan nada.




Autor: José Marín de la Rubia