Este país se ha convertido en un
basurero de la hipocresía, mientras unos en estas fiestas alababan la
celebración de la venida al mundo de Jesús comiendo manjares prohibitivos y
regalándose artículos de lujo, otros, el mejor regalo que se hacen es el dar las gracias al mismo Jesús por
consentirles estar un año más juntos aunque no tengan nada que llevarse a la
boca.
Un año más he visto con amargura
que la crisis no es que pase de puntillas sobre algunas privilegiadas casas,
sino que ni siquiera se asoman a ellas, mientras en otras, se tienen que
conformar con un trozo de pan y algo con que rellenarlo. Y si de regalos se
trata, el mejor regalo que se pueden hacer, es estar juntos y con el amor que
la verdadera Navidad les trae seguir así por muchos años.
Lo curioso y a la vez dan
nauseas, es que en esas casas en las que no falta ni el más mínimo detalle,
bendicen las mesas, dan gracias a Dios y se dan golpes de pecho por todo lo que
van a ingerir -y después tirar- mientras en otras, si sobra un trozo de pan, lo
guardan para el día siguiente.
Claro que esto es el día a día de
esta España a lo largo de todo el año y no debería extrañarme, pero que en
estas fiestas queda más patente la desigualdad que existe entre unos y otros.
Hace años que no me gusta la
Navidad, algo que ya he dejado patente en muchas ocasiones, pero ahora con la
crisis que nos han impuesto los que más tienen, aún me gusta menos.
Es posible que más de uno me
llame resentido, o que soy una persona sin sentimientos, pero nada está más
lejos de la realidad. Creo en La Navidad, en esa que no se celebra, en esa que
deberíamos tener todos a lo largo de todo el año, en esa sí creo.
Creo en el amor, la amistad, el
ayudar a los más necesitados, el desear la Paz, el tener un trabajo digno, un
techo donde guarecerse, atender a los que sufren enfermedades, el acordarse de
los ausentes. Ese es el verdadero mensaje que Jesús nos legó, y que el tiempo
parece que a algunos se les trastocado y lo han adaptado a sus miserables vidas
llenas de hipocresía.
Lo único que salvo de estos días
es ver la cara de asombro y felicidad de los niños, (pobrecitos, ellos no
tienen la culpa de lo que hagan los mayores) inocentes manos extendidas para
poder tocar a los Reyes Magos, abrir sus ojos llenos de asombro al ver que al
día siguiente tienen un regalo. Eso es lo único que salvo.
Por lo demás………….
Seguiré pensando como hace mucho
tiempo, siempre será mejor tomarse un plato de lentejas con amor, que un
chuletón de buey con odio.
Pepe Marín , 7 de Enero de 2015