miércoles, 2 de noviembre de 2016

DÍA DE DIFUNTOS





Hoy, día de todos los difuntos, quiero hacer un homenaje a todos mis seres queridos que me abandonaron.

Muchos ancestros son los que adornan esas noches estrelladas, pero por esas extrañas cosas del amor y la empatía, siempre hay algunas que lucen con una luz sensiblemente más fuerte que otras, y sin menospreciar su luz, que también me llega, siempre me fijo en las que refulgen con más intensidad.

Tanto mi padre, como mi abuelo materno, que siempre me demostraron lo mucho que me querían, y saben que siguen latentes en mi ser, los localizo a primera vista, ahora, quizá por la proximidad de lo acaecido tan cercano, hay una que me deslumbra constantemente y a él quiero hoy dedicarle estas pobres palabras que se agolpan en mi mente, y que estoy seguro que no hacen justicia con mi escaso vocabulario a lo que se merece.

Somos Marionetas en esta vida, manejadas por unos hilos invisibles.
Para ti hermano Manuel, estas humildes letras.

“MARIONETAS DE LA VIDA"

¿Por qué me dejaste tan solo?,
¿Por qué no me dijiste que te ibas al Cielo?
Ahora todo ha cambiado desde que te has ido,
Y hace que me pregunte, ¿cómo aceptar esto?

Una y otra vez  me diste todo tu cariño.
Ojalá te hubiera dicho más veces lo que significabas para mí.
¿Por qué siempre tiene que terminar todo así?
La pérdida de un ser querido es tan difícil de llevar.

La luz de la noche se me hizo más oscura
¿Dónde está ahora el calor del sol?
Podría haber hecho yo algo más por ti?
Nunca más vas a verme llorar.

Lo que yo daría sólo por escucharte reír.
Pero todo lo que queda es sólo una fotografía.
Te he conocido durante tantos años,
Ojalá hubiera sabido cómo secar tus lágrimas.

Fuiste tan importante para mí,
Y todo se rompió cuando llegó ese fatal día.
Tantos sentimientos por tierra,
¿Quién sabe la razón?, quizá estaba destinado ser así.


Siempre estarás en mi corazón. ¿Esperarás en el Cielo por mí?

domingo, 30 de octubre de 2016

CARTA AL CIELO

                                                      






Querido padre, ahora sé que ya estás con tu hijo, mi hermano Manuel, tu que ya tienes experiencia de estar en el cielo, ayúdale a caminar por ese sendero, sé que te habrás afligido por tenerlo tan pronto a tu lado, pero por otro lado, ahora tienes una compañía inigualable, y seguro que lo habrás acogido como se merece.

Puedes estar tranquilo, ya que desde que tu faltaste, el hizo todo lo posible para que no nos sintiésemos desamparados, tu siempre has sido y serás mi padre, pero mi hermano supo suplir con creces tu ausencia, de lo cual también sé que te has sentido muy orgulloso.

En este día tan señalado os recuerdo con tanto amor y cariño que faltaría a la verdad si no os dijese que os echo tanto de menos.

Pero los designios de la vida son tan difíciles de entender que solo me queda el consuelo de saber que por alguna razón que se escapa a mi mente, os llamaron muy pronto para estar allí, tan cerca de las estrellas para que formaseis parte de ellas.

Es inevitable escapar a algo tan ineludible como es la muerte, aunque no la queramos aceptar, pero que forma parte de nuestras vidas desde que nacemos.

Quiero que sepáis que una cita que siempre me acompañó sigue vigente en mi mente y en mi corazón.

La gente no sabe que no mata la muerte, sino el olvido. Y eso jamás pasará, siempre estaréis en mi corazón hasta que deje de latir y pueda reunirme con vosotros.

Siempre estaréis en mi recuerdo, siempre os querré, aunque físicamente no estéis conmigo, si lo estaréis  en mi  alma, y esa nunca falla.

Os quiero mucho más allá de la materia.

Vuestro hijo y hermano.

Pepe Marín