sábado, 12 de septiembre de 2015

TIEMPO DE VENDIMIA







Salvo en contadas personas, ¿a quién no le gusta saborear un buen vino?, estaréis de acuerdo conmigo que a pocas.

Pero cuando llega ese inmenso placer de saborear y llevarse al coleto ese buen trago del caldo de la tierra, todos coincidimos en que la bodega ha hecho un gran trabajo, y como tal lo alabamos y no escatimamos elogios de su buen hacer.

Algo que por otra parte es la verdad, hoy en día hay Enólogos muy preparados en toda nuestra ajada piel de toro.

Todo para nuestro deleite, y de paso, engrandecer, -en tiempos no muy lejanos- la vilipendiada marca de vinos Españoles, como ramplones, simples y peleones.

Hoy los vinos Españoles triunfan en todo el mundo gracias al buen hacer de este gran colectivo vitivinícola.

Pero sin restar ni un ápice de mérito a  las bodegas, que por derecho tienen, y que han logrado este milagro, hay un gran colectivo dentro de esa cadena a la que ahora no se le da tanta importancia como han tenido y tienen, me refiero ni más ni menos que a los vendimiadores.

Sabemos que no corren los tiempos de antaño, en que las condiciones del vendimiador eran penosas, pero aún y así, y por muchos adelantos -que sin lugar a dudas se han dado-  los vendimiadores son el último eslabón en la cadena de producción, cuando en realidad es el primero.

Pero, ¿quién se acuerda a la hora de pasar el trago por el gaznate de esos trabajadores?

Gente abnegada, que por un salario -a veces escuálido- con todo mimo y cariño van arrancando de las cepas esos racimos de uvas, las que después irán a parar a las tolvas para hacer ese mosto, que con el tiempo fermentará, degustaremos y aplaudiremos.

Si hacemos un esfuerzo mental, y nos retrotraemos  pocos años atrás, poco nos costaría visualizar en nuestras mentes a esos vendimiadores, siempre con el cuerpo encorvado, las manos llagadas y el sudor en la frente.

Mientras saboreo un buen vino tinto, denominación de origen Valdepeñas, y de la variedad de uva Tempranillo, he querido hacer este pequeño homenaje, y a todas luces corto para lo que se merecen, a todos los vendimiadores de España, que fieles a sus principios, y a los que les dicten, ponen todo el empeño y trabajo en recoger esos millones de toneladas de uva para que personas como yo, puedan deleitarse en saborear esos grandes caldos que la tierra nos da, y que ellos, desde su anonimato y su humildad nos la hacen llegar.

Desde aquí, hago un brindis por ellos para que no caigan en el olvido.


martes, 17 de febrero de 2015

RECORDANDO LA NAVIDAD









Este país se ha convertido en un basurero de la hipocresía, mientras unos en estas fiestas alababan la celebración de la venida al mundo de Jesús comiendo manjares prohibitivos y regalándose artículos de lujo, otros, el mejor regalo que se hacen es el  dar las gracias al mismo Jesús por consentirles estar un año más juntos aunque no tengan nada que llevarse a la boca.

Un año más he visto con amargura que la crisis no es que pase de puntillas sobre algunas privilegiadas casas, sino que ni siquiera se asoman a ellas, mientras en otras, se tienen que conformar con un trozo de pan y algo con que rellenarlo. Y si de regalos se trata, el mejor regalo que se pueden hacer, es estar juntos y con el amor que la verdadera Navidad les trae seguir así por muchos años.

Lo curioso y a la vez dan nauseas, es que en esas casas en las que no falta ni el más mínimo detalle, bendicen las mesas, dan gracias a Dios y se dan golpes de pecho por todo lo que van a ingerir -y después tirar- mientras en otras, si sobra un trozo de pan, lo guardan para el día siguiente.

Claro que esto es el día a día de esta España a lo largo de todo el año y no debería extrañarme, pero que en estas fiestas queda más patente la desigualdad que existe entre unos y otros.

Hace años que no me gusta la Navidad, algo que ya he dejado patente en muchas ocasiones, pero ahora con la crisis que nos han impuesto los que más tienen, aún me gusta menos.

Es posible que más de uno me llame resentido, o que soy una persona sin sentimientos, pero nada está más lejos de la realidad. Creo en La Navidad, en esa que no se celebra, en esa que deberíamos tener todos a lo largo de todo el año, en esa sí creo.

Creo en el amor, la amistad, el ayudar a los más necesitados, el desear la Paz, el tener un trabajo digno, un techo donde guarecerse, atender a los que sufren enfermedades, el acordarse de los ausentes. Ese es el verdadero mensaje que Jesús nos legó, y que el tiempo parece que a algunos se les trastocado y lo han adaptado a sus miserables vidas llenas de hipocresía.

Lo único que salvo de estos días es ver la cara de asombro y felicidad de los niños, (pobrecitos, ellos no tienen la culpa de lo que hagan los mayores) inocentes manos extendidas para poder tocar a los Reyes Magos, abrir sus ojos llenos de asombro al ver que al día siguiente tienen un regalo. Eso es lo único que salvo.

Por lo demás………….
Seguiré pensando como hace mucho tiempo, siempre será mejor tomarse un plato de lentejas con amor, que un chuletón de buey con odio.


Pepe Marín , 7 de Enero de 2015