Hubo un tiempo, -aunque se nos antoje lejano- no lo es tanto, en el que esta noche era especial para nosotros, como siempre digo, “tiernos infantes”. ¿Quien de nosotros no recuerda el día de Reyes en que se nos veía a todos con nuestra radiante sonrisa de que por nuestra casa, o por casa de nuestros abuelos habían pasado los Reyes Magos?.
¡¡Y con que ilusión contábamos y exhibíamos aquellas pequeñas minucias, que a casi todos nos habían traído!!, -entiéndase que en aquellos tiempos recibir una tableta de chocolate, era algo casi inverosímil-, los mas afortunados, solían mostrar esa cajita de madera en la cual había enrollada una silueta de mazapán a modo de serpiente con unos anisitos de colores por encima. Y ya en el súmun de los verdaderos “pudientes”, les habían dejado una escopeta con la culata de pino rojo, un caballito balancín o un mecano con sus piezas de madera pintadas de varios colores. Pero si algo habría que destacar de estos días tan especiales, es que no había tantas envidias entre la chiquillería como ahora les ha inculcado la sociedad de consumo. Todos los amigos sin excepciones, te dejaban, para que, el que no había tenido la suerte de que los Reyes pasaran por sus casas, compartir sus preciados tesoros en forma de juguete o golosinas, y que daban buena cuenta entre todos.
Cada día que pasa nos damos mas cuenta, no solo el esfuerzo que debían hacer nuestros seres queridos para que no nos faltase esa ilusión en un día tan especial para los niños, y seguramente, -aunque ni lo veíamos, ni lo decían- cuantas lágrimas derramarían por no poder traernos ese caballito de madera con balancines que tanta ilusión nos hacia, no se si estábamos hechos de otra pasta, pero si que una vez pasada la primera impresión, salíamos a la calle todo felices para lucir y compartir los regalos.
Y también -salvo en contadas y rarísimas ocasiones de nuestra época-, ningún padre tuvo que llevar a sus hijos al Psicólogo por los traumas causados de todos estos "trastornos" que ahora están de moda, porque si los Reyes no han dejado como mínimo el último juego de la vídeo consola, o el último móvil inteligente, se exponen a gastar mas dinero a lo largo del año en Psicólogos que el dichoso "juguetito" que no han dejado.
Sinceramente, hecho de menos a esos Reyes de hace unos años, no sé como se la ingeniaban, pero hacían a los niños mas felices, ¿será que las cartas redactadas a mano las entendían mejor sus Majestades que los correos electrónicos ? Puede que sea por eso, dado que cuentan con dos milenios y pico a sus espaldas y son de otra época, no se han puesto al día en las nuevas tecnologías.
Soy el primero en creer que hacer sonreír a un niño, ver brillar esos ojitos y dotarle de ilusión es primordial, y si así se lleva a cabo en esta noche, doy por bueno todo lo malo que pueda acarrear la sociedad tan egoísta que disfrutamos actualmente.
Que nadie rompa el encanto, es noche de magia, es noche de sueños......me voy a dormir temprano, acabo de dejar los zapatos en el alfeizar de la ventana para ver mañana si me han dejado algo, (espero que no sea carbón).
Felices Reyes amigos
Pepe,a los infantes de estos tiempos les mataron la ilusión. Y lo hicieron cuando en el mayor de los despropósitos todo les fue concedido sin medida y sin esfuerzo, sintiendose reyes coronados cuando solo eran principes sin trono.Con tanta dádiva, al final olvidaron valorar lo que se les daba. ¿ Nunca has observado que a los muchachos de ahora les regalas un juguete y terminan jugando con la caja?.Necesitan volver a la creatividad. Un saludo y a seguir luchando.
ResponderEliminarSi Mauro, hace tiempo me di cuenta de que a los niños de ahora les concedían tantas cosas, que lo único que conseguimos es hacer una generación que no sabe valorar nada, y que decir del cariño, ahora no piden, ahora exigen, sin darse cuenta el valor de las cosas y el esfuerzo que conlleva. Espero por el bien de todos que cambien, (aunque sea doloroso por la crisis que atravesamos)en saber que en esta vida, absolutamente todo, requiere un esfuerzo, y que el maná solo es un cuento de hadas en un libro grande y vetusto, que realmente nadie sabe quien lo escribió y con que fines.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.