LA
NAVIDAD Y REYES DE MI INFANCIA
Que
difícil resulta hablar de la Navidad de mi infancia y juventud, ya
que cualquier parecido con la actual, puede resultar pura ficción.
Ahora
nos quejamos, (no sin razón, todo hay que decirlo) de la crisis en
la que nos vemos envueltos, pero ya me gustaría que la juventud de
ahora, aunque fuese solo por unos momentos, se trasladasen a ese
tiempo que nosotros vivimos para darle la importancia que tiene la
palabra “crisis”.
En
primer lugar no conocíamos tal vocablo, simple y llanamente no había
de nada, lo poco que se tenia, se compartía entre amigos o
familiares, sin complejos ni sin tener que ir al Psicólogo.
Estas
fiestas se celebraban como merecían, con alegría, sin darle tanta
importancia a lo material, bastante teníamos con ser felices, y a fe
que lo conseguimos cosa ahora harto difícil de conseguir, ya que,
si al siguiente día si no relatas las viandas tan suculentas y
exclusivas que has cenado en Nochebuena y comido el día de Navidad,
es como si no pertenecieses a esta sociedad vana y fútil que entre
todos hemos conseguido.
Las
familias se reunían en torno a una buena hoguera, se preparaba una
cena con los mejores manjares que cada cual podía aportar, (
escasos y de ínfima calidad ) pero que sabían a gloria bendita.
Acabada la cena se disponían los comensales en circulo y alguno se
hacia con la “Zambomba”, artilugio fabricado una piel de conejo
estirada y atada al rededor de una vasija de barro con su
correspondiente caña en el centro, escupiendo en la mano para que
al frotarla hiciese el familiar ruido del zun-zun, una botella de
anís, (no hace falta decir nombre para no incluir “monerías” )
que al chocar las estrías que tenia con una cuchara hacia el
acompañamiento perfecto, y la sempiterna pandereta, cantábamos
villancicos entre trago y trago de vino o lo que se terciase hasta
que llegase la hora de la misa del Gallo. Después y hasta que el
cuerpo aguantase, -que solía ser bien entrada la madrugada- se
tomaban los churros con chocolate, y el que podía aguantar, -los
menos- seguían hasta el mediodía, los mas, se echaban un “cabezazo”
hasta la hora de comer.
Y
que decir de los regalos, ya no vale esperar a los Reyes Magos, ahora
tenemos que importar al barbudo Papa Noel y dejar que los renos
atraviesen la Península Ibérica sin pasaporte -aunque esto ahora
nos resulte familiar- en regla para dejar regalos traídos desde
Laponia.
Según
mis últimas noticias, parece ser que los famosos Reyes Magos están
algo confundidos, pues no saben si el convenio Celestial que tenían
les ha vencido y no se lo han renovado, o es que simplemente los han
desahuciado de sus quehaceres por no pagar el peaje de la era
tecnológica, en cualquier caso parece ser que entre ellos incluso
hay disensiones, vamos, que no se ponen de acuerdo.
Melchor
aboga por ir a los sindicatos y hacer huelga de juguetes caídos,
mientras Gaspar cree que seria mejor entablar un dialogo a través de
las Naciones Unidas para que confirmen su estatus de toda la vida, en
esas estábamos cuando Baltasar dijo que todo era pura xenofobia, ya
que al ser de raza negra uno de los representantes, los han
discriminado totalmente, y por ese motivo -según su versión- han
preferido que Papa Noel sea el protagonista principal de la Navidad.
Yo,
humilde servidor, he echo mis propias cavilaciones y he llegado a tal
conclusión:
Cualquier
fiesta, santo, o lo que se tercie que venga del extranjero, -cuando
digo extranjero me refiero a España- es algo así como el sumun, lo
mejor, la repera, mientras lo nuestro nos parece no ya solo obsoleto,
diría yo que incluso hay mucha gente que hasta se avergüenza de sus
ancestrales raíces.
¡¡
Que pena!! . Poco a poco vamos perdiendo nuestras propias
tradiciones.
Nos
hemos olvidado que para las fiestas Navideñas lo que privaba era el
Belén, con musgo natural, algún trozo de cristal roto que hacia las
veces de río, un poco de serrín de la carpintería mas cercana, las
rocas de corcho, el castillo de cartón piedra y unas cuantas
ove jitas con su pastor cuidándolas y alguna lavandera. Nunca
existieron en mi niñez abetos cargados con bombillas de los chinos,
ni el antes aludido barbudo con unos renos voladores, todo lo mas,
estirábamos el cuello hacia el Cielo para intentar ver la estrella
que guiaba a los Reyes Magos a Belén para ver si ya estaban cerca de
nuestras casas y dejar los ansiados regalos, que con esmero habíamos
pedido en nuestra carta.
Que
muchos pensarán que era una patraña inventada por los poderes
eclesiásticos, vale, ¿ y el citado barbudo con los renos es
realidad ? ¿y el arbolillo con bombillas? ya sé que vais a pensar
que no, que es una invención mas, pero ahí reside el quid de la
cuestión, nuestros antepasados se ocuparon de inventar algo bonito
para hacer que la sonrisa de los niños llegase a todos los rincones
de nuestra querida España, e incluso la exportamos a Iberoamerica y
se nos ha ido cayendo poco a poco sin ponerle remedio.
De
seguir así, dentro de poco nos veremos celebrando el día de acción
de gracias, -que no digo yo que esté mal-, pero que con su Pavo se
lo coman.
A
mi que me sigan dando jamón de Jabugo, queso Manchego y un buen
tinto de Rioja . Y si me apuran, en cualquier región de España se
vive y come mejor que en esos países Anglosajones que tratan de
imponernos sus tradiciones, y de paso, llenarse los bolsillos a costa
de nosotros, ¡¡ pobres incautos Españolitos!!.
¡¡¡
FELICES REYES MAGOS A TODOS !!!
Muy buen relato Pepe, cuanta verdad hay en él.
ResponderEliminarEn mi casa a pesar de tener arbol con luces de los chinos, los Reyes Magos no faltan a su cita ningún año.
Un beso para Isa y para ti, Felices Reyes
Bonito y entrañable relato, Pepe.
ResponderEliminarMe ha venido a la mente el Belén recortable que yo ponía en mi casa todos los años. Era de la revista Ama que se compró aquel año poe ese motivo de la librería de Vicencio. Qué feliz era poniéndolo todos los años. Lo guardaba cuidadosamente en un caja,y...listo para el siguiente año. Aún me veo haciendo la gruta de papel, y poniendo los copillos de algodón encima.Lo pegaba en la pared, y era para mí el Belen más maravilloso del mundo.No faltaba ningún detalle,pastorcillos con sus ovejillas,lavandera etc,etc.
Como bien dices Pepe, qué poco necesitábamos para disfrutar. Yo creo que era precisamente por eso. Lo poco que tenímos lo valorábamos más.
Un abrazo también para Isa.