sábado, 30 de noviembre de 2013


LAS QUE TIENEN QUE SERVIR






No pretendo en este pequeño articulo reescribir el guión de la famosa película protagonizada entre otros por Cocha Velasco y Amparo Soler Leal, pero es que hoy en día ya no se usa esa palabra para las personas que iban a ganarse el sustento, y en muchos casos, el de toda la familia.

Hoy se les nombra con el pomposo nombre de “Empleadas de Hogar”, aunque no dejan de hacer los mismos trabajos que años atrás hacían otras mujeres que, aunque tengan una ventaja sobre ellas, ya que ahora tienen mas medios que les ayudan a realizar las tareas propias de un hogar, lavadoras, secadoras, aspiradoras y un sin fin de artilugios, no dejan de ser las fámulas que se exigían en esos tiempos, visto así, parece que el tiempo se ha detenido, que para nada han cambiado los estatus sociales.

Cierto es -como decía anteriormente- que ahora no tienen que fregar los suelos a mano y de rodillas con estropajos, que mas bien parecía una penitencia, que una tarea domestica, la popular fregona, aún quedaban años para inventarse, para bien de muchas mujeres.

Las tareas de lavado de ropa, para que contar, si con ver sus manos llenas de sabañones y llagadas ya se podía intuir el esfuerzo que debían hacer, no obstante, que nadie crea que solo eran  esos los trabajos mas arduos que tenían que realizar, no, aún quedaban tareas a las que  hoy clasificaríamos  como infrahumanas.

Entre otros menesteres propios del trabajo que tenían que  realizar, debían tener ingenio para sacar brillo a las baldosas del piso, frotándolas con arte y esmero en aceite de linaza para que no perdiesen el color original, limpiar el polvo de un sin fin de cachivaches que se acumulaban en las alacenas y estanterías, para que cuando viniese el “señorito”, no tuviese la mas mínima queja de cómo todo estaba en su sitio, pulcro y ordenado.

Estos señoritos, a los que gustaba ir a misa de doce el domingo y darse multitud de golpes en el pecho para que viesen todos los convecinos que ellos eran los mas castos, eran los que tenían en sus casas a una cuadrilla de esclavos por un mísero sueldo para, con gran regocijo de quien por las tardes iban a tomar el chocolate con bizcochos a sus casas,  alardear de lo limpio que tenia todo, y que gracias a la mujer que Díos le había dado en suerte, podía vanagloriarse de ello.

No obstante aún quedaban tareas que aún no he descrito, y que también eran de curso habitual.

Entre estas tareas aludidas y mientras las realizaban, debían preparar la comida de toda la familia, y no como ahora se hace, las cocinas eran en su mejor caso de carbón, aunque las mas frecuentes eran de leña, pero que de cualquier manera, debían prepararlas, yendo normalmente al lugar donde se almacenaba el combustible, que generalmente era el patio interno o corral, portarla y llevarla hasta la cocina, no importaba la estación del año por la que se atravesaba, ya podía ser un caluroso verano con temperaturas que ni en el infierno resistirían, como si en el invierno lo mas cálido que se podía encontrar era el Polo Norte.

Si a todo esto añadimos que la familia en cuestión tenia niños pequeños, era el deber y obligación cuidar de ellos, ya que por norma general, la dueña de la casa solía tener todos los días unas jaquecas que ni el mejor de los galenos de esos tiempos era capaz de curar, y no era plan que se levantase el ama de casa y contender con unos alborotadores y ruidosos niños que le hacían la vida imposible de llevar.

Por esos tiempos que relato no existía la seguridad social, eso estaba por llegar, y cuando alguna persona se ponía enferma, debía ser gravísimo para no acudir al trabajo antes de que el sol saliese por el horizonte ya debía estar camino del deber, ya podía ir temblando de fiebre que no había mas remedio que acudir, si no acudías, en primer lugar no cobrabas, y en segundo, pues ya caías en desgracia, la palabra mas usada era, ¡¡ pues yo creía que era usted mas fuerte!! de seguir así, tendré que pensarme en ir buscando a otra moza que esté mas sana y no sea tan floja.

Pena da que, a la vuelta de tantos años y de creernos que todas estas calamidades habían quedado atrás, resulta que no, que estamos igual.

Hace pocos días, una persona conocida de mi entorno, angustiada por la precariedad del trabajo y con la necesidad de llevar a casa algo de dinero para poder seguir subsistiendo, y aunque con una categoría profesional superior a lo que se supone que se exige para hacer esa clase de trabajos, acudió a una entrevista para “supuestamente” hacer solo la comida de una clase de gente que no tiene nombre, ya que en el infierno aún no han hecho el censo para ponérselo, aunque sé de buena tinta que esperarlos, los esperan allí.

Le dijeron que si, que era suyo el trabajo y que solo tenia que hacer la comida para doce personas, pero claro, que con el tiempo de que disponía, -ocho horas-, se supone que tenia que limpiar la casa también, y de paso ir a la compra y atender a una persona casi imposibilitada, y con un sueldo de 450€ al mes, si, he dicho bien, 450€ y sin seguridad social, y que debería estar agradecida de poder decir que por fin había encontrado un trabajo y bien remunerado según están los tiempos, claro, los tiempos que esa clase de gente les interesa que sigan.

Dicho lo dicho, ¿alguien duda de que algo ha cambiado?, y de que las que tienen que servir son como personas de tercera categoría, sin derechos y con muchas obligaciones.

Y ya puestos a elucubrar, deberían ir pensando como en Estados Unidos hasta no hace tanto tiempo, que se ponía en duda de si los negros tenían alma, y por ese motivo bastante favor les hacían en ser sus esclavos y dejarles vivir.

Quizá alguien que lea esto pensará en otra película que los retrataba aún mejor, Los Santos Inocentes, lo dejo a voluntad del eventual lector.

Vaya este pequeño recuerdo en memoria de todas esas personas que tuvieron que soportar el servir y dejarse la piel por el camino a cambio de un mísero salario, y a las que por desgracia, lo están haciendo en la actualidad en pésimas condiciones.

NOTA: Aunque la práctica habitual era y es la que he tratado de describir, en honor a la verdad, hay que decir que siempre ha habido y hay excepciones, y no en todas las casas, ni las trataron ni las tratan así.
A dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar.

domingo, 27 de octubre de 2013

HOMENAJE A UN ALFARERO





Hay un oficio llamado Alfarero, tan antiguo como podamos imaginar, y que a día de hoy solo quedan unos cuantos, más por vocación, que por ganarse la vida con ese ilustre y bello trabajo.

Artistas del barro, que solo con sus manos componían, desde los más elementales utensilios del hogar, hasta la más sofisticada obra que les pidiesen, su caudal de imaginación no tenia límites.

Los tiempos modernos se los tragaron al igual que otros muchos oficios, siempre he considerado que no hay que ir en contra del progreso, algo intrínsecamente ligado al ser humano, pero no sé si por nostalgia, o por esos años que quedaron atrás, y que ya no volverán, los echo de menos.

No había pueblo que se preciase que no tuviese sus Alfareros, y el mío no era una excepción, los había, pero yo tenía uno especial, mi tío Roque. Como no recordar los momentos tan felices que pasé junto con su hijo, mi primo Jesús viéndole en su trabajo.

Las tardes que podíamos ir a la Alfarería donde trabajaba son recuerdos imborrables, ¿hay algo que haga mas feliz a un niño que dejarlo retozar sobre el barro libremente?, a pesar de los mas que seguros pescozones que teníamos asegurados de nuestras madres, no nos importaba, mi tío, con su sonrisa y  los ojos, nos alentaba a seguir jugando, era un hombre parco de palabras, pero ahora me doy cuenta que sabia perfectamente lo que nos hacia felices, y nos dejaba jugar tranquilamente, entre lo que en el pueblo denominábamos “Greda” a la Arcilla.

Aquel fantástico hombre, al que nadie parecía darle mucho merito, sentado en su puesto de trabajo se transformaba, era capaz de modelar con sus manos cualquier trozo de arcilla en bellos recipientes.

Me quedaba embelesado viendo como por arte de magia de una porción de barro surgían, bien una taza, una hucha o cualquier objeto que se propusiese, y al mismo tiempo me llamaba enormemente la atención que, mientras estas composiciones hacia, no dejaba de darle a la rueda del torno con los pies sin perder la concentración.

Como queda dicho anteriormente, el progreso hizo que apareciesen los utensilios de porcelana, y la “Loza” se vino abajo como un castillo de naipes, y el viento de la desesperación hizo su aparición en tantas casas dedicadas a estos oficios.

No quedaba mas remedio que emigrar, y así lo hizo mi tío con su mujer e hijo, se trasladaron a Madrid. Allí trabajó en todo lo que pudo durante años, y cuando la desgracia asomó una vez mas a su puerta por el fallecimiento de su mujer en un fatal accidente, aguanto poco en un Madrid que para el –aunque no lo dijese- le venia grande y se sentía solo y desamparado, ante tal coyuntura, decidió volver a su pueblo natal, Santa Cruz de Mudela, y en la casa que tenían allí, vivió sus últimos días.

Tardes festivas las que pasamos en nuestra niñez, y que ahora, con el tiempo, sabemos valorar en toda su dimensión.


Vayan estas palabras como homenaje a un Alfarero, que para mi suerte, era mi tío Roque.

viernes, 4 de octubre de 2013

DÍA 6 DE OCTUBRE UN SIGLO PARA MI MADRE





¿Que es una vida? casi nada comparado con la eternidad, pero cuando vemos a una mujer, -en esta ocasión mi madre- cumplir un siglo, es decir 100 años, nos paramos a pensar.

Y pensar en este caso concreto, es pensar en las penurias que ha soportado a lo largo de su extensa vida. Ejemplo para muchos, -entre ellos yo me incluyo-, que por cualquier devenir, por muy ínfimo que sea, ya nos estamos quejando.

Viuda desde que mi querido padre decidió irse al Cielo, (pues en otro sitio no estará), ha sabido soportar los rigores de esta ajetreada sociedad que llevamos, eso si, como ella dice, y muy bien dicho, viviendo como se vivía “antes”. Mujer de casta, Manchega de pura cepa, de las que nunca se arredraron por nada, así es como se forjó

Habrá mas de uno que pensará que para qué tanto padecer si al final todos vamos a parar al mismo sitio, cierto es, pero mi madre es un ejemplar, si no único, de los que pocos van quedando.

Ha sabido, -y lo sigue haciendo-, hacer y llevar a cabo los sacrificios que la vida le impone por muy duros que sean, se queja, ¡¡ como no se va a quejar!! si nos miramos a nosotros mismos y tenemos menos edad y nos quejamos, como no permitirle ese pequeño consuelo de saber quejarse.

Aún sigue diciendo que ella no quiere un bastón donde apoyarse, pues eso son cosas de “viejos”, y aunque a veces la melancolía le invada, saber sacar fuerzas de flaqueza y seguir adelante.

En este día se acordará de su “Manolito”, su esposo y mi padre,  jamás ha olvidado el día 12 de Octubre, día de la Virgen del Pilar, ya que para ella es una fecha sagrada, día en que celebró sus esponsales con la persona que quería, y a la que nunca ha olvidado por muchos años que hayan pasado,  le sigue guardando el mismo cariño con el que lo conoció.

Gracias madre por haberme dado el placer de la vida, gracias a ti puedo decir lo que siento, sin ti, yo jamás habría existido, y teniendo, como tenemos los humanos la conciencia de la existencia, es corto lo que en estas breves palabras puedo decirte.

Gracias por haberme cuidado y poder contar a los cuatro vientos que, por muchos años que pasen, y lo que pueda acontecer, siempre te estaré agradecido por haberme dado la vida

Un beso muy fuerte.

Tu hijo

Pepe

martes, 27 de agosto de 2013

DE LOCOS "EL TONTO DEL PUEBLO"





¿Cuanto no se habrá escrito sobre los locos? quizá demasiado, o quizá mejor, no se ha acertado en todo lo que se dijo acerca de estos seres marginados. A cuantos -contándome a mi el primero- no nos habrán dicho locos, ¿por qué? ¿por decir las verdades?.

En esta sociedad, todo lo que no sea diga políticamente correcto, ¿de donde sacarían esa palabreja?, es que no están en sus cabales.

Parece ser que a lo largo de la Historia hubo muchos “descabalados”, por poner solo dos ejemplos, -se podrían citar muchísimos mas- entre ellos Oscar Wilde y Kafka, después, cuando ya era tarde y la historia les hizo justicia, los encumbraron a lo mas alto, como se dice en mi pueblo, después del burro muerto, la cebada al rabo, ¡¡ que hipocresía !!

Recuerdo muy bien -al que por mala costumbre- se le solía llamar el tonto del pueblo, que no era otra cosa que un ser apenado por sus fantasías y “locuras”, pero que jamás hizo mal alguno, aunque claro, cuando querían reírse de el, o que alguien dijese lo que no se atrevía a decir, lo llamaban al bar de la Campana, allí le daban a beber unos cuantos botellines de cerveza para que soltase la lengua, ¡¡y vaya si la soltaba!!, decía las verdades como puños, pero como era el tonto del pueblo, no se le tenia en cuenta, eso si, se enteraban de todos los aconteceres del pueblo y de sus vecinos, pues como nada tenia que ocultar, y a veces pienso yo, que escudándose en que “creían” que estaba loco, soltaba todo lo que otros ya sabían pero no se atrevían.

Creo que en su locura, debía reírse en su fuero interno, de decir todo lo que le apetecía, sin ser crucificado como a muchos de los allí presentes les ocurriría.

Esta persona, “el tonto del pueblo” terminó sus días lejos del pueblo, al lado del Mediterráneo, viviendo una vida placida, y dejando escapar su imaginación viendo hacer surcos en el aire a las Gaviotas. Estoy seguro de que en mas de una ocasión se acordó de su pueblo y de sus gentes, y me lo imagino torciendo el gesto y dibujando una media sonrisa mientras pensaba, ¡¡ yo no estaba loco, los locos eran ellos!! no se atrevían a nada y vivieron unas vidas vaciás e insulsas, vegetando en vez de vivir.

Moraleja

  • Quien parece tonto, no siempre lo es.
  • ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
  • "El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser "tonto" delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
Pepe Marín




domingo, 11 de agosto de 2013

LOS SEGADORES







SEGADORES





Hace unos días que una buena amiga de Santa Cruz me envió una foto espectacular de un campo de trigo Manchego segado. Era un atardecer precioso, con ese contraste de oro y púrpura que es la nota de color predominante en el estío de esos campos recién segados, y mira por donde me vino a la memoria algo que parece que fue soñado por mí.

Recuerdos de otros tiempos, en los que no existían las máquinas para hacer más llevadero el arduo trabajo al que se sometían muchos hombres y mujeres de nuestra querida España.

Llegando mediados de Julio se veían aparecer por el pueblo lo que entonces llamábamos “cuadrillas” de segadores, venidos de todos los rincones de la geografía, para buscar el ansiado trabajo, y así poder mitigar en parte, las penurias que se atravesaban en esos tiempos.

Hasta aquí -aparentemente- todo parece normal, pero estrujándome un poco mas mis meninges, se fue haciendo un hueco en mi memoria de cómo trabajaban y vivían esas personas, así es como yo lo viví, recuerdo y lo cuento.

A los niños que éramos entonces, nos causaban no miedo, pero si respeto cuando llegaban las cuadrillas, normalmente eran hombres, aunque alguna mujer también había, su indumentaria los delataba, y no precisamente por lo pintoresco, sino todo lo contrario, el atuendo típico solía ser, pantalón de pana, la mayoría con unos parches o remiendos de otro color en la parte delantera de las perneras, camisola parda suelta a la usanza, un pañuelo anudado al cuello del que llamaban de “hierbas” y un gran sombrero de paja, rematado todo con unas abarcas o sandalias de tiras de cuero en los pies y una faja anudada alrededor de la cintura, de la cual, por regla general, solían llevar entre ella la hoz, ya que era su principal herramienta con la que debían trabajar, y a la espalda un hato con las pocas pertenencias que tenían, y que trasportaban de un lugar a otro, normalmente lo hacían caminando, o si el caso se daba y tenían algo de suerte, algún campesino que se trasladaba de pueblo se prestaba a llevarlos hasta donde pudiese, e iban sentados detrás de la humilde galera con los pies colgando como muñecos inertes.

Los que más recursos tenían, si es que se podía decir a eso recursos, pernoctaban en la posada de Maximino, pero la mayoría, habrían de descansar sus maltrechos huesos en un inmundo lugar que, previamente les había asignado el contratador para las faenas de la siega de sus campos.

Aunque siempre alguien se hacia eco de habladurías, contando que los segadores tenían mala fama por pendencieros, nunca se habló mal de los que por allí pasaron.

Trabajando de sol a sol, así es como lo hacían, con las espaldas encorvadas y la hoz en su mano, solo miraban al frente de cuando en cuando par ver si les cundía la faena que tenían, que por mucho que quisieran, poco les alegraría, ya que después de esos campos, otros los esperarían.

Detrás iban las mujeres haciendo haces de las espigas esparcidas, mientras otros las pinchaban con horcas de tridente, y con gran esfuerzo, a los carros las subían, que poco a poco iban llenando para después llevarlas a las eras y comenzar la trilla.

Y allí en la era, unos las esparcían, otros las removían, y terminada la trilla, otros las ablentaban para separar el candeal de la paja, y así pasaban los días.

Con que gusto nos comíamos ese pan tan blanco y a que poco nos sabia, muchas veces sin saber, que sudores por el corrían, de esos segadores a los que pocos aludían.

Gracias a esa bendita gente este que suscribe, -y tantos que no diría-, hemos podido crecer en paz y buena armonía.

Que no se les deje en el olvido, que no pasen los días, en que no nos acordemos de que una vez, gracias a los segadores, podemos seguir contado el día a día.



En recuerdo a los Segadores, olvidados por tanta desidia.



José Marín de la Rubia


domingo, 7 de abril de 2013

DE CUANDO FUI BOTONES EN EL CASINO








Rondaba yo los 9 años de dad, con lo cual, -ya que no me importa decir la edad- estábamos en el año del Señor de 1959 cuando fui ensalzado al grado de Botones del Casino, para los que conocen el pueblo, Circulo de Recreo, y coloquialmente hablando, el Casino de los señoritos.

Con mi incipiente pubertad por llegar, ya me había convertido en un asalariado mas de mi familia, (que gracia tiene esto), e ingresaba un jornal de nada mas y nada menos que ¡¡30 duros al mes!!, que si hacemos la conversión de las pesetas a los actuales y “antipáticos” euros, suponía 0,90 céntimos de euro mensuales.

Fue un trabajo improbo, ya que tenia que dejar de ir al colegio por las tardes y acudir a mi cita diaria para atender las solicitudes de tan ilustre personal que por ese lugar solía concurrir, pero las circunstancias mandaban, y había que hacer frente a las penurias que en esos años “casi” todos padecíamos.

No obstante fue un buen aprendizaje en la vida, ya que pude observar lo mejor y lo peor que llevamos dentro el ser humano, y a fe que me vino muy bien, ya que aprendí algo tan sutil e importante como no perder nunca la dignidad, cosa que en muchos adultos que veía en ese tiempo y lugar, era algo que parecía no importarles mucho.

Ya me advirtieron que, de lo que viese o escuchase allí, nunca debía mencionarlo, y como buen cumplidor de mi palabra, solo comentaré algunas anécdotas, pero sin mencionar nombre alguno, para así, no herir la sensibilidad de esas grandes personas, que se jugaban -hasta si era preciso- la mujer en una partida de cartas. Hecho este que circulaba por los corrillos del pueblo, y que a buen seguro que tal y como dice el refrán, -cuando el río suena, agua lleva- .

Allí conocí a personajes ilustres -como comentaba antes, al que no viene al caso aludir-, que viendo como todos los ahorros de una vida se iban en un suspiro en el juego del Gilei,, las siete y media u algún otro juego similar, no reparaban en sacarse el reloj de oro de su muñeca y ponerlo encima del tapete verde para ver si así cambiaba su maldita suerte jugando todo a una sola partida.

Yo, que ganaba lo que he comentado al principio, y con mi escasa cordura de la niñez, no dejaba de sorprenderme ante tamaña injusticia, ya que mi familia tenia que hacer grandes esfuerzos para salir adelante, mientras otros dilapidaban fortunas en una sola noche.

Tuve que sufrir la falta de ética que se nos presuponía a los pobres asalariados, y devolver el billete de 5 duros, que con alevosía dejaron tirados en el suelo de la pequeña biblioteca para ver que grado de honradez tenia. Gracias a mi querido padre, que antes de que yo pusiese el primer pie en el susodicho Casino me advirtió, -Pepe, si ves algo que no está correcto, nunca lo hagas-, ¡¡jamás se te ocurra coger dinero que no te pertenezca!!, devuélvelo a tu superior, ya que el sabrá que hacer, al mismo tiempo que tu quedarás exento de querer aprovecharte de algo que no te pertenece y garantizaras tu honradez y la de tu familia.

Creo que con lo expuesto hasta ahora, os podéis imaginar hasta donde llegaba la “confianza” que se depositaba en los que solo íbamos a ganarnos un “misero” jornal para salir adelante, pero bueno, no solo ocurrieron estos hechos, -para fortuna mía-, ya que hubo de todo como en la viña del Señor.

No todo fue nefasto, también tengo recuerdos gratos en el tiempo que duró este pequeño y audaz trabajo, aconteceres mas o menos alegres, divertidos y hasta audaces.

Cuando llegó el carnaval, cierto es que me lo pasé de lo mas divertido, en aquellos tiempos era muy típico -al menos en el Casino- tener un “organillo” con el que amenizar las fiestas, y obvio es decir que me lo pasaba “bomba” dándole a la manivela y como por arte de magia surgieran unas melodías que hacían bailar al menos dado a ese arte.

En esos tiempos conocí por primera vez el afable e inquebrantable “Nati”, que ya apuntaba maneras de lo que iba a ser su vida, persona dicharachera y presto a hacer las delicias de los que por allí trabajamos para hacernos reír, y que decir del encargado de la cafetería, Sabino, gran persona y mejor trabajador, servicial donde los hubiese, creo que si la memoria no me falla, fue el primero en ofrecerme un café con leche, pena me da -ya que aún vive- de ver como no puede valerse por si mismo.

Allí también comencé a ver por primera vez la televisión, (en blanco y negro) que nos parecía algo mágico, y como no, recuerdos imborrables de atender el teléfono, aquel teléfono negro de baquelita adosado a la pared, y al que tenia que poner una silla para poder acceder y descolgar, no es que haya crecido mucho en mi vida, -corto de talla que es uno- pero ya os podéis hacer una ligera idea la altura que tenia este pequeño ser para atender semejantes circunstancias y responder con presteza y diligencia las llamadas, no sé como no me pegué algún batacazo cuando corriendo iba y me encaramaba al sillón y descolgar el teléfono, tenia su por qué, ya que la mayoría de las veces preguntaban por algún cliente asiduo para darle un mensaje, y como recompensa había propina para el transmisor, -en este caso yo- ¡¡ imagínense lo que se podía hacer en aquellos tiempos con una peseta !!, y eso, -que para ellos era una miseria-, para mi era todo un tesoro con el que podía comprar infinidad de chucherías, aunque generalmente me lo ahorraba para poder comprar en casa de Melanio el famosisimo Guerrero del Antifaz, o en su caso si no lo había, El Jabato. Cualquiera que haya vivido esa época sabrá a que me refiero, todos los chicos estábamos como locos por esos folletines del tres al cuarto, claro, eso es lo que me parece ahora, pero en nuestra pequeñas seseras de entonces, nos parecía lo mas espectacular que se había escrito.

Quizá por leer ese tipo de bodebiles en versión cruzada, tuve la suerte de poder salir airoso de una escaramuza con chiquillos de mi edad.

Invariablemente todos los días, el conserje del Casino, que era mi jefe directo, me hacia ir a la confitería de Casa Arenas a por unas Magdalenas, que con un buen vaso de café con leche se merendaba con verdadera fruición.

Al cabo de unos días, pude observar como una pandilla de chavales de mi edad, -creo que eran unos cuatro- no hacían nada mas que seguirme y burlarse de mi y mi atuendo, ya que si antes no lo había mencionado, tenia que llevar obligatoriamente una vestimenta apropiada para el fin que estaba desarrollando, (lastima no haberme echo una foto de esa guisa), consistía en un pantalón largo y una chaquetilla abotonada hasta el cuello con botones dorados y de color gris claro la tela.

Como a mi me habían educado de manera de que no me metiese en líos y obviase cualquier provocación, no les di importancia, y sin prestarles la mayor atención, hacia mi recorrido habitual sin importarme lo que dijesen, no sé si fue acertada mi actitud, ya que, esta mencionada cuadrilla se envalentonó ante mi pasividad, y un buen día noté que no me seguían, volví yo de nuevo con el citado encargo diario y me encontré de improviso que, en el cancel que daba entrada al Casino se habían apostado para esperarme con el ánimo de ultrajarme lo mas que pudiesen, mi sorpresa fue mayúscula, ya que el que parecía ser el cabecilla del grupo se adelantó y le pegó un mandoble a la mano que soportaba las citadas Magdalenas tirándolas al suelo, no se como, pero supe en ese momento que la cosa pasaría a mayores, y mi mente saturada de los tebeos del Guerrero del Antifaz hizo su aparición, recordé que una de las premisas en las peleas y guerras era que, si derribabas al jefe o cabecilla, los demás se retirarían en desbandada, faltos de las ideas del que consideraban su adalid, dicho y echo, no se de donde saque el valor y las fuerzas, pero mi puño cerrado fue a impactar directamente con la nariz del mencionado cabecilla, y un hilo de sangre comenzó a salir por sus fosas nasales, antes de que pudiesen reaccionar, volví a la carga y descargué una patada no se donde, pero hizo el efecto que esperaba, se retiró a un rincón gimiendo, mientras los demás miraban con asombro como su jefe se batía en retirada, en ese instante solo me quedaba una solución, ahora o nunca, y armándome de un valor inexistente dije, ¡¡ ahora el siguiente !!, ni que decir tiene que ante el alboroto y la cobardía que se apoderó de la banda, salieron corriendo como si el mismísimo diablo les persiguiese. Compungido y aún temblandome las piernas, noté como se abría la puerta del Casino y aparecía el conserje, al ver su anhelada merienda en el suelo me espetó, ¿ que ha pasado Pepe ? Nunca sabré si hice bien o mal, solo se me ocurrió decirle que, a la entrada de la cancela había tropezado y se me había caído el paquete que con tanto esmero le traía a diario, para mi extrañeza, puso cara angelical y dijo, no te preocupes, a cualquiera le puede pasar eso, acto seguido se metió la mano en el bolsillo y me dio unas monedas diciéndome, no te apures mucho y ve a comprar otras, que esto tiene solución.

A partir de aquel día, vi al conserje de otra manera distinta, supe que entre todo lo que allí se encontraba dentro, y que creía que estaba podrido, alguien había que se salvaba de esa idea que había calado en mi corta sesera.

Cabe reseñar que, un tiempo después de nuevo apareció la susodicha pandilla, pero cual no fue mi sorpresa que se acercaron a mi y en un tono de lo mas conciliador me espetaron, -eres todo un valiente, si alguna vez necesitas de nosotros, aquí estaremos para ayudarte-.

Jamás volví a verlos, o al menos mi memoria no recuerda de que hubiese algún encuentro mas, solo sé, que a partir de ese momento sentí que, está bien ser buena persona, pero si te dejas avasallar por las circunstancias, cualquiera puede hacerse con tu voluntad.

Creo que me  he extendido demasiado en mi relato, cierto es que hubo mas anécdotas, a cual mas curiosas, pero el lector sabrá apreciar y leer entre lineas que, ni todo acaba bien, ni acaba mal, solo es según el cristal con que se mire.


jueves, 14 de febrero de 2013

DE NUEVO BROTÓ EN MI LAPRIMAVERA


Brota la Primavera


De nuevo brota la primavera,
Ya despuntan los almendros en flor.
Las margaritas ya comienzan a apostar,
¿Tu me dirás que si? ¿Tu me dirás que no?

Yo pensaba que si, y tu no me dijiste no,
El amor es impredecible, el Amor es pasión.
Nuestros ojos hablaron, lo que la boca calló,
Y los labios se encontraron, un beso los selló.

Fuiste la rosa de invierno en mi destino,
La flor que en mi camino se cruzó.
Nuestras almas se encontraron,
Y nuestro intenso amor nos unió.

Ajenos a la vida que giraba  alrededor,
Paseamos asidos de la mano, tú y yo.
No sentíamos nuestras pisadas,
Flotábamos entre nubes de algodón.

Quiero seguir siempre a tu lado
Quiero sentir tu calor
Quiero seguir saboreando tus labios
Quiero seguir diciéndote,

 Amor






lunes, 11 de febrero de 2013

RECUERDOS DE MIS COLEGIOS








Mis recuerdos de colegio arrancan de las mal llamadas “escuelas de los cagones” en la calle Solares de Santa Cruza de Mudela. Como signo de identidad, todos y cada uno de nosotros, -tiernos y pequeños infantes-, debía llevar consigo el pequeño taburete, sillita o “posaero” en la que debíamos sentarnos, ya que no era un aula a la usanza, sino una casa con un extenso patio donde se impartían las “teóricas clases”. No eran tiempos de guarderías, -esa palabreja ni se conocía-, era una señora que, dado su precario modo de vivir en esos tiempos, se las ingenio para dar acogida a los alevines que no tenían la suficiente edad como para incorporase a los estudios, y de paso, -además de dejar en paz a las madres para que hiciesen sus labores-, sacar algunas “perras” con las que sobrellevar las carencias propias que imponía la posguerra. La Sra,. Pilar -así se llamaba- nos introdujo en el siempre difícil y a la vez grandioso arte de aprender a leer y escribir allá por el año de 1953-54, fue mi primera experiencia y contacto con las letras. No había castigos, solo se nos asustaba con el consabido lema de que, si no te sabias la lección, te quedarías castigado a comer “gachas con picante”, ante estas severas advertencias, de esta guisa aprendí mis primeras palabras orales y escritas, que si bien nunca se llevó a cabo el consabido quedarse a comer las famosas gachas, hizo bien a todos, ya que ante la amenaza, y la corta edad que teníamos, poníamos todo nuestro empeño en recitar todas y cada una de las silabas que nos iban dictando y en palabras de la Sra. Pilar -según esta señora- le comunicó a mis padres que yo era un aventajado, y que tenia grandes posibilidades en la vida en estos menesteres, gran señora, pero creo que me valoró en demasía.


Como el tiempo pasa sin remisión para todos, llegó el momento en que ya tenia edad para comenzar mis estudios mas seriamente. Mis padres optaron, después de arduas y duras conversaciones, -ya que no era fácil lo que se proponían- enviarme al colegio de las Concepcionistas, en otras palabras y para que todos me entiendan, al colegio de las Monjas.

Aquí comenzó, propiamente dicho, la primera experiencia escolar de mi vida. Esta es una etapa que quedaría grabada en mi memoria, así lo atestiguan mis recuerdos, si no, ¿ a cuento de que iba yo a hacer alusión a esto ?.

El colegio de las Monjas tenia algo especial, -al menos para los niños varones de esa época-, ya que una vez cumplidos los siete años de edad, y tras hacer la primera comunión, debíamos abandonar el colegio, allí solo podían continuar los estudios las niñas. Nunca tuve ni la mas remota idea el por qué de esta decisión, solo sé, que se acataba en el pueblo y nada mas.

Recuerdo -como comentaba anteriormente- esa etapa de mi vida como algo distinto. Allí me inculcaron, -además de estudiar-, a ser respetuoso con las personas, a ser educado y no ser orgulloso. Sé que mas de uno no tendrán tan buenos recuerdos como yo de esos días en el colegio de Las Monjas y de las clases, pero es lo que mi acontecer de la vida en ese colegio me quedó en la memoria. -salvo en una ocasión- en la que mi madre y mi tía tuvieron que intervenir y poner una queja (la cual fue escuchada y puesta en practica por la Madre Superiora) salvo ese percance, nunca tuve el menor problema en el colegio, todo lo contrario.

Como no recordar de esos tiempos a mi profesora Sor Victoria, que pese al mal carácter que tenia, también sabia inculcarnos los métodos que mejor se ajustaban para que fuésemos unos alumnos aventajados, no solo en los estudios, sino en cuanto a educación y respeto hacia los demás, (cosa que hecho de menos en la actual educación), y aunque poco trato tuve que ver con Sor Josefina, -que dicho sea de paso se desvinculó de la orden-, era también una gran profesora.

Y que decir de la hermana Mónica, la “portera” , ya que por su avanzada edad se preocupaba de la puerta del colegio, presta siempre a ayudarte para entrar y en orden, y aún con el paso de los años, sigo viendo su cuerpo flaco y un tanto amagado, pero con su sempiterna sonrisa en los labios.

Anécdotas de ese tiempo vivido tengo para llenar unos cuantos folios, pero seria muy prolijo de enumerar, y no es mi intención aburrir al sufrido lector en dar toda clase de explicaciones, que incluso creo que pensarían que son banales y aburridas. Basta con decir que fueron muchas, diversas y con distintos finales, para que se hagan a una idea solo apuntaré un par de ellas, quizá las que mas recuerdo me dejaron. La primera fue ser el primero en llegar a la meta en una carrera de sacos, -creo que nunca mas he llegado el primero a ningún sitio- y recibir una bolsa llena de caramelos, imaginaos en una época en la que los caramelos solo se veían y degustaban solo por fiestas o ferias, ¡¡aún me embarga la emoción!!

La segunda fue hacer una obra de teatro, nada mas y nada menos que Blanca Nieves y los siete Enanitos, (conservo fotos en blanco y negro de esa obra), pero claro todo no iba a ser bueno, como yo tenia incontinencia verbal y no paraba de hablar, decidieron que debía hacer el papel de mudito, no fuese que estropease el papel de los demás y no dejarles hablar en toda la función, eso si, tuve mi momento de gloria efímera, se me asigno una escena en la que yo debía salir solo al escenario medio en penumbra, con una vela encendida buscando a mis compañeros de corta talla y gesticulando, ya que yo era el “mudito”.

Una vez terminada esta fase y dejar el colegio de las Monjas, otra cosa bien distinta fue cuando tuve que emigrar, -cumplidos los siete años anteriormente citados- a otros colegios del pueblo, a partir de ahí, si que fue para mi un verdadero calvario.

En primer lugar fue ir a parar a las escuelas de la Falange y de las JONS, estaban en lo que hoy (los que tenemos recuerdo de esos años) al lado de la casa de Toledo, allí me introdujeron para seguir mis estudios, y aunque vago recuerdo de ellos tengo, si que se grabaron a fuego con toda claridad los pescozones, retorcidas de orejas y algún que otro “guantazo” por parte de “ínclito” prócer que en esos años campaba por sus respetos, el Sr. Cachito. No sé -ni nunca me lo aclararon- porque este Sr. debía impartir lo que ahora llamamos educación, ya que, y desde la larga distancia que me separa, nunca pude ver educación ninguna en la que impartía, ya que lo que mejor sabia hacer, era repartir “hostias” a diestro y siniestro, ponernos de rodillas con los brazos en cruz y libros en las manos. No se si por suerte o por casualidades de la vida, (comienza a fallar la memoria) me trasladaron a las escuelas del “Jardinillo”.

Aunque al principio pensé que para mi triste figura al fin había llegado la suerte, no fue tal, ya que el profesor que me tocó, Don Eduardo, que si bien no solo hacia que pasar los días esperando su jubilación y dando tortazos a quien no fuese capaz de decir una frase completa, se regocijaba en ir detrás de su propio hijo cuando algo no lo sabia, (Ginés para mas señas) por toda la clase propinándole toda clase de tortazos e improperios, que , una vez pasados tantos años, pienso que lo hacia adrede, para que los demás nos diésemos por aludidos y pensásemos, si esto lo hace con su propio hijo, ¡¡¡ que nos esperararia a nosotros !!!.

Cuando en alguna ocasión este profesor estaba enfermo o no podía acudir a clase, nos pasaban al aula de Don Francisco, ¡¡ eso era otra cosa !! un gran señor, que se hacia de cruces de ver como los que supuestamente teníamos que ir mas adelantados, o como mínimo igual que los alumnos de su aula, estábamos muy por detrás de los que el tenia a su cargo, y con suma paciencia nos explicaba lo que a su parecer debíamos tener mas que asumido. Decir que sentía vergüenza es poco, tenia ganas de que la tierra se abriese y me tragase, ya que sus alumnos, eran muy superiores a nosotros en conocimientos.

No sé la relación que podían tener entre profesores, pero a mi corto entender de esos años, no creía que fuese muy grata, ya que el citado Don Eduardo intentaba por todos los medios que aprendiésemos que la letra con la sangre entra, mientras Don Francisco era todo un señor, que tenia la suficiente paciencia para educar a su clase con el mayor respeto posible dado los años en que esto ocurría.

Como anécdotas de estos años recuerdo como nos hacían ir por turnos a preparar la leche en polvo que de los EEUU nos enviaban para que no muriésemos de inanición las generaciones de la pos-guerra, y los que eramos afortunados en ir a prepararla en un cuartucho inmundo, nos atiborrábamos a beber la citada leche -con sus grumos incluidos-, ya que en nuestras humildes casas carecíamos de tan preciado tesoro como era lo mas indispensable para nuestro crecimiento, la leche.

Es obvio que lo citados EEUU no hacían nada en gratis, ya que en los recreos, teníamos la oportunidad de tomar toda la Coca-Cola que quisiéramos, así se aseguraban unos potenciales consumidores y toda su generación venidera, y sin querer ser repetitivo, a las pruebas me remito, salvo unos cuantos, ¿quien no bebe Coca-Cola desde entonces ?.

En estas condiciones y cuando tenia nueve años, no tuve mas remedio que ayudar a la familia, mis padres no podían soportar las cargas de esos tiempos y había que echar mano de todo lo que se pudiese, así que no tuve mas remedio que ir por la mañanas al colegio y por las tardes ejercer la función de botones del Casino, allí tuve muchas y variadas experiencias, pero eso ya lo contaré en otra ocasión.

Tuve que realizar en las escuelas nocturnas varias clases, para así al menos tener el certificado de estudios elementales.

Así que amigos, sin el menor rubor, os expongo aquí lo precario de mi educación y mi devenir en los colegios de mi infancia. Supongo que a partir de ahora podréis disculpar mi falta de léxico que pudiese incluir en mis pequeños escritos, que tan buena acogida han tenido por parte vuestra y lo que agradezco desde el fondo de mi corazón.

Pepe Marín


P.D. No es mi intención herir susceptibilidades de nadie, al nombrar a personas o sitios, solo apunto lo que en mi memoria quedó, y si alguien se da por aludido, vaya por delante mis mas sinceras disculpas.



sábado, 9 de febrero de 2013

RECORDANDO LA CALLE “REAL”






Hola amigos: Hace unos días he podido leer en el Blog de nuestro paisano Mauro como se hacia eco de la calle Real de nuestro pueblo, y bien que nos gustó a todos.

Mi intención es, y al filo de lo que el había escrito, poner un pequeño articulo que hizo mi hermano Manuel hace ya algunos años sobre la citada calle.

No es que quiera desprestigiar a Mauro sobre lo que escribió  ¡¡ nada mas lejos de lo que se pueda pensar !!, sino todo lo contrario, viene a ser un complemento a lo que el muy acertadamente escribió.

Todos sabemos, -salvando las distancias en el tiempo- lo que esa calle representó para muchos, que para mi, aunque sea solo en mi calenturienta mente, se le debería devolver al nombre original, y si me apuran, en vez de llamarle calle, le pondría Avenida.

Todos los que de allí somo sabemos que cuando nos queremos dar cita en esa famosa calle, nadie dice, ¡¡ quedamos en la calle Cervantes !! tendemos siempre a decir lo clásico, ¡¡ nos vemos en la calle Real !!.

Y ya sin mas preámbulos  paso a copiar y pegar el pequeño, pero a la vez interesante, que escribió mi hermano sobre la citada calle.

Espero que os guste tanto como a mi me agradó en su momento.


Calle “Real” (actualmente Cervantes), ¿quien no recuerda esta calle tan emblemática de nuestro pueblo?
Me imagino que en casi todas partes había un lugar semejante, pero creo que como nuestra calle real, ¡ni hablar!
Cuantos recuerdos nos trae a la memoria este singular paseo, que se hacía, principalmente, desde la esquina de “Mejía” hasta la esquina del Ayuntamiento. Como nosotros decíamos, sacando agua de la noria, paseo arriba y abajo, una y otra vez, sin cansarnos.

Charlábamos los amigos, repasábamos lo acontecido en la semana, ya que el paseo se hacía los Domingos, y hacíamos propuestas para los días siguientes, se comentaban una y mil cosas y así se pasaba la tarde-noche. Cuando nos cansábamos era obligado el paso a algunos de los bares que en el trayecto había, El Botas, La Campana.....y quizá algún otro que no recuerdo, donde, como solíamos decir, repostábamos con algún que otro “chato” de vino”, pues era lo que se llevaba entonces, no obstante ya se empezaba a tomar más asiduamente cerveza y la famosa “persi cola”, que decían algunos, y algún que otro “cuba libre”, supongo que en honor a la liberación de Cuba por Fidel Castro.

También era frecuente pasar a la confitería de Atanasio Arenas, donde podías degustar los deliciosos pasteles que hacían, regados con alguna que otra “copilla” de anís, coñac o menta.

Cuando se hacía tarde, nos aprovisionábamos de los clásicos frutos secos, pipas, cacahuetes, “garbanzos torraos” y otros, en los puestos que estaban al efecto (la Sra. Segunda y algún que otro más), para acto seguido marchar al cine de Antonio Laguna, que en un principio estaba más abajo del Casino o Círculo del Recreo. Llegábamos con nuestra entrada que controlaba el portero, un poco serio, pero eficaz y cumplidor de su misión,  Eladio Quero (creo que era artesano navajero). Que cantidad de “pelis” nos habremos visto en aquella  vetusta sala de cine que posteriormente se trasladó al que hicieron nuevo al final de la calle San Sebastián, y también al de Ladislao (el patito, con perdón) al principio de la calle real, tanto el de invierno como el de verano. 

Pero había otra razón, y quizás la más poderosa, para acudir a este paseo dominical, y de otras fiestas, y era ¡¡ como no! ! el echar el “ojo” a las chicas que por allí paseaban formando pequeños grupos al igual que los chicos. Cuantas relaciones no habrán salido de los paseos por esta calle. Allí se “echaban” los primeros piropos, se hacían conjeturas tales como: “esa me gusta, pues aquella otra no te la pierdas de vista, ¡¡anda pues si esta que viene por aquí es la hermana de fulano de tal !!, y una vez hecha la pre-selección nos tirábamos al ruedo, unas veces con más suerte que otra, hasta que por fin caíamos en las redes del amor, asaetados por el Cupido de turno.

Es de suponer, -como a mi me pasó-, que mas de uno de nosotros/as encontró en el paseo su media naranja, o al menos lo intentó, pues como no existían todavía las “Discotecas” u otros recintos apropiados para estos menesteres, echábamos mano a lo clásico, “ojeo, ánimo y.........al abordaje, aunque en muchas ocasiones había que echar más de una vez las redes, pues no siempre el “merluzo” era del agrado de la “pescaora”, pues en definitiva era quien tenía siempre la última palabra (yo creo que casi como ahora).

Mi caso, como antes he apuntado, en esta Real calle me enamoré, y el día de nuestra boda la paseamos andando hasta el salón de “Coronado”, que era donde se celebraban las bodas, así que los recuerdos que de ella tengo son más que gratos.

Aunque no se puede decir que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, bien es cierto que “recordar es volver a vivir” y aún estando agradecido a los tiempos que vivimos, queda un regusto de todas esas vivencias que no hay pócima milagrosa que los haga desvanecer por mucho tiempo que pase. También es verdad que los años de adolescencia y primera juventud se suelen vivir con intensidad en cualquier época y, salvo excepciones, todo lo que se recuerda de ellos es bueno.

Un abrazo para todos.
Manolo Marín
Madrid, 1 de Abril de 2004


viernes, 4 de enero de 2013

NAVIDAD Y REYES




LA NAVIDAD Y REYES DE MI INFANCIA





Que difícil resulta hablar de la Navidad de mi infancia y juventud, ya que cualquier parecido con la actual, puede resultar pura ficción.

Ahora nos quejamos, (no sin razón, todo hay que decirlo) de la crisis en la que nos vemos envueltos, pero ya me gustaría que la juventud de ahora, aunque fuese solo por unos momentos, se trasladasen a ese tiempo que nosotros vivimos para darle la importancia que tiene la palabra “crisis”.

En primer lugar no conocíamos tal vocablo, simple y llanamente no había de nada, lo poco que se tenia, se compartía entre amigos o familiares, sin complejos ni sin tener que ir al Psicólogo.

Estas fiestas se celebraban como merecían, con alegría, sin darle tanta importancia a lo material, bastante teníamos con ser felices, y a fe que lo conseguimos  cosa ahora harto difícil de conseguir, ya que, si al siguiente día si no relatas las viandas tan suculentas y exclusivas que has cenado en Nochebuena y comido el día de Navidad, es como si no pertenecieses a esta sociedad vana y fútil que entre todos hemos conseguido.

Las familias se reunían en torno a una buena hoguera, se preparaba una cena con los mejores manjares que cada cual podía aportar, ( escasos y de ínfima calidad ) pero que sabían a gloria bendita. Acabada la cena se disponían los comensales en circulo y alguno se hacia con la “Zambomba”, artilugio fabricado una piel de conejo estirada y atada al rededor de una vasija de barro con su correspondiente caña en el centro, escupiendo en la mano para que al frotarla hiciese el familiar ruido del zun-zun, una botella de anís, (no hace falta decir nombre para no incluir “monerías” ) que al chocar las estrías que tenia con una cuchara hacia el acompañamiento perfecto, y la sempiterna pandereta, cantábamos villancicos entre trago y trago de vino o lo que se terciase hasta que llegase la hora de la misa del Gallo. Después y hasta que el cuerpo aguantase, -que solía ser bien entrada la madrugada- se tomaban los churros con chocolate, y el que podía aguantar, -los menos- seguían hasta el mediodía, los mas, se echaban un “cabezazo” hasta la hora de comer.

Y que decir de los regalos, ya no vale esperar a los Reyes Magos, ahora tenemos que importar al barbudo Papa Noel y dejar que los renos atraviesen la Península Ibérica sin pasaporte -aunque esto ahora nos resulte familiar- en regla para dejar regalos traídos desde Laponia.

Según mis últimas noticias, parece ser que los famosos Reyes Magos están algo confundidos, pues no saben si el convenio Celestial que tenían les ha vencido y no se lo han renovado, o es que simplemente los han desahuciado de sus quehaceres por no pagar el peaje de la era tecnológica, en cualquier caso parece ser que entre ellos incluso hay disensiones, vamos, que no se ponen de acuerdo.

Melchor aboga por ir a los sindicatos y hacer huelga de juguetes caídos, mientras Gaspar cree que seria mejor entablar un dialogo a través de las Naciones Unidas para que confirmen su estatus de toda la vida, en esas estábamos cuando Baltasar dijo que todo era pura xenofobia, ya que al ser de raza negra uno de los representantes, los han discriminado totalmente, y por ese motivo -según su versión- han preferido que Papa Noel sea el protagonista principal de la Navidad.

Yo, humilde servidor, he echo mis propias cavilaciones y he llegado a tal conclusión:

Cualquier fiesta, santo, o lo que se tercie que venga del extranjero, -cuando digo extranjero me refiero a España- es algo así como el sumun, lo mejor, la repera, mientras lo nuestro nos parece no ya solo obsoleto, diría yo que incluso hay mucha gente que hasta se avergüenza de sus ancestrales raíces.

¡¡ Que pena!! . Poco a poco vamos perdiendo nuestras propias tradiciones.

Nos hemos olvidado que para las fiestas Navideñas lo que privaba era el Belén, con musgo natural, algún trozo de cristal roto que hacia las veces de río, un poco de serrín de la carpintería mas cercana, las rocas de corcho, el castillo de cartón piedra y unas cuantas ove jitas con su pastor cuidándolas y alguna lavandera. Nunca existieron en mi niñez abetos cargados con bombillas de los chinos, ni el antes aludido barbudo con unos renos voladores, todo lo mas, estirábamos el cuello hacia el Cielo para intentar ver la estrella que guiaba a los Reyes Magos a Belén para ver si ya estaban cerca de nuestras casas y dejar los ansiados regalos, que con esmero habíamos pedido en nuestra carta.

Que muchos pensarán que era una patraña inventada por los poderes eclesiásticos, vale, ¿ y el citado barbudo con los renos es realidad ? ¿y el arbolillo con bombillas? ya sé que vais a pensar que no, que es una invención mas, pero ahí reside el quid de la cuestión, nuestros antepasados se ocuparon de inventar algo bonito para hacer que la sonrisa de los niños llegase a todos los rincones de nuestra querida España, e incluso la exportamos a Iberoamerica y se nos ha ido cayendo poco a poco sin ponerle remedio.



De seguir así, dentro de poco nos veremos celebrando el día de acción de gracias, -que no digo yo que esté mal-, pero que con su Pavo se lo coman.

A mi que me sigan dando jamón de Jabugo, queso Manchego y un buen tinto de Rioja . Y si me apuran, en cualquier región de España se vive y come mejor que en esos países Anglosajones que tratan de imponernos sus tradiciones, y de paso, llenarse los bolsillos a costa de nosotros, ¡¡ pobres incautos Españolitos!!.


¡¡¡ FELICES REYES MAGOS A TODOS !!!