LAS QUE TIENEN QUE SERVIR
No pretendo en este pequeño
articulo reescribir el guión de la famosa película protagonizada entre otros
por Cocha Velasco y Amparo Soler Leal, pero es que hoy en día ya no se usa esa
palabra para las personas que iban a ganarse el sustento, y en muchos casos, el
de toda la familia.
Hoy se les nombra con el pomposo
nombre de “Empleadas de Hogar”, aunque no dejan de hacer los mismos trabajos
que años atrás hacían otras mujeres que, aunque tengan una ventaja sobre ellas,
ya que ahora tienen mas medios que les ayudan a realizar las tareas propias de
un hogar, lavadoras, secadoras, aspiradoras y un sin fin de artilugios, no
dejan de ser las fámulas que se exigían en esos tiempos, visto así, parece que
el tiempo se ha detenido, que para nada han cambiado los estatus sociales.
Cierto es -como decía
anteriormente- que ahora no tienen que fregar los suelos a mano y de rodillas
con estropajos, que mas bien parecía una penitencia, que una tarea domestica,
la popular fregona, aún quedaban años para inventarse, para bien de muchas
mujeres.
Las tareas de lavado de ropa,
para que contar, si con ver sus manos llenas de sabañones y llagadas ya se podía
intuir el esfuerzo que debían hacer, no obstante, que nadie crea que solo eran esos los trabajos mas arduos que tenían que
realizar, no, aún quedaban tareas a las que
hoy clasificaríamos como
infrahumanas.
Entre otros menesteres propios del
trabajo que tenían que realizar, debían
tener ingenio para sacar brillo a las baldosas del piso, frotándolas con arte y
esmero en aceite de linaza para que no perdiesen el color original, limpiar el
polvo de un sin fin de cachivaches que se acumulaban en las alacenas y
estanterías, para que cuando viniese el “señorito”, no tuviese la mas mínima
queja de cómo todo estaba en su sitio, pulcro y ordenado.
Estos señoritos, a los que
gustaba ir a misa de doce el domingo y darse multitud de golpes en el pecho
para que viesen todos los convecinos que ellos eran los mas castos, eran los
que tenían en sus casas a una cuadrilla de esclavos por un mísero sueldo para,
con gran regocijo de quien por las tardes iban a tomar el chocolate con bizcochos
a sus casas, alardear de lo limpio que
tenia todo, y que gracias a la mujer que Díos le había dado en suerte, podía
vanagloriarse de ello.
No obstante aún quedaban tareas
que aún no he descrito, y que también eran de curso habitual.
Entre estas tareas aludidas y
mientras las realizaban, debían preparar la comida de toda la familia, y no
como ahora se hace, las cocinas eran en su mejor caso de carbón, aunque las mas
frecuentes eran de leña, pero que de cualquier manera, debían prepararlas,
yendo normalmente al lugar donde se almacenaba el combustible, que generalmente
era el patio interno o corral, portarla y llevarla hasta la cocina, no
importaba la estación del año por la que se atravesaba, ya podía ser un
caluroso verano con temperaturas que ni en el infierno resistirían, como si en
el invierno lo mas cálido que se podía encontrar era el Polo Norte.
Si a todo esto añadimos que la
familia en cuestión tenia niños pequeños, era el deber y obligación cuidar de
ellos, ya que por norma general, la dueña de la casa solía tener todos los días
unas jaquecas que ni el mejor de los galenos de esos tiempos era capaz de
curar, y no era plan que se levantase el ama de casa y contender con unos
alborotadores y ruidosos niños que le hacían la vida imposible de llevar.
Por esos tiempos que relato no
existía la seguridad social, eso estaba por llegar, y cuando alguna persona se
ponía enferma, debía ser gravísimo para no acudir al trabajo antes de que el
sol saliese por el horizonte ya debía estar camino del deber, ya podía ir
temblando de fiebre que no había mas remedio que acudir, si no acudías, en
primer lugar no cobrabas, y en segundo, pues ya caías en desgracia, la palabra
mas usada era, ¡¡ pues yo creía que era usted mas fuerte!! de seguir así,
tendré que pensarme en ir buscando a otra moza que esté mas sana y no sea tan
floja.
Pena da que, a la vuelta de
tantos años y de creernos que todas estas calamidades habían quedado atrás,
resulta que no, que estamos igual.
Hace pocos días, una persona
conocida de mi entorno, angustiada por la precariedad del trabajo y con la
necesidad de llevar a casa algo de dinero para poder seguir subsistiendo, y
aunque con una categoría profesional superior a lo que se supone que se exige
para hacer esa clase de trabajos, acudió a una entrevista para “supuestamente”
hacer solo la comida de una clase de gente que no tiene nombre, ya que en el
infierno aún no han hecho el censo para ponérselo, aunque sé de buena tinta que
esperarlos, los esperan allí.
Le dijeron que si, que era suyo
el trabajo y que solo tenia que hacer la comida para doce personas, pero claro,
que con el tiempo de que disponía, -ocho horas-, se supone que tenia que
limpiar la casa también, y de paso ir a la compra y atender a una persona casi
imposibilitada, y con un sueldo de 450€ al mes, si, he dicho bien, 450€ y sin
seguridad social, y que debería estar agradecida de poder decir que por fin
había encontrado un trabajo y bien remunerado según están los tiempos, claro,
los tiempos que esa clase de gente les interesa que sigan.
Dicho lo dicho, ¿alguien duda de
que algo ha cambiado?, y de que las que tienen que servir son como personas de
tercera categoría, sin derechos y con muchas obligaciones.
Y ya puestos a elucubrar,
deberían ir pensando como en Estados Unidos hasta no hace tanto tiempo, que se
ponía en duda de si los negros tenían alma, y por ese motivo bastante favor les
hacían en ser sus esclavos y dejarles vivir.
Quizá alguien que lea esto
pensará en otra película que los retrataba aún mejor, Los Santos Inocentes, lo
dejo a voluntad del eventual lector.
Vaya este pequeño recuerdo en
memoria de todas esas personas que tuvieron que soportar el servir y dejarse la
piel por el camino a cambio de un mísero salario, y a las que por desgracia, lo
están haciendo en la actualidad en pésimas condiciones.
NOTA: Aunque la práctica habitual era y es la que he tratado de
describir, en honor a la verdad, hay que decir que siempre ha habido y hay
excepciones, y no en todas las casas, ni las trataron ni las tratan así.
A dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que
es del Cesar.